domingo, 13 de septiembre de 2009

Domingo 13 de Septiembre

Hoy fue un día de mierda.
Acabé de despertar de una borrachera de tres días. Necesitaba olvidar varias cosas.
No es fácil escribir en un medio así, cuando tienes medio mundo mirando blogs y todas esas mierdas, pero hay que escribir para desahogar el alma... o lo que quede de ella.
Tengo 28 años, generalmente digo que tengo 30 para que me tomen más en serio. Vivo en un departamento de mierda, cerca de monjitas, donde en las noches salen varias prostitutas a ofrecer "lo mejor" que tienen. No son tipas desagradables, es más, tengo algunas amigas que voy a visitar de vez en cuando, y no me cobran, "sólo por entretención", como dicen ellas, claro que sus jefas no se enteran de ello.
Trabajo en una biblioteca muy vieja, es de medio tiempo, lo que me da para mi verdadero empleo. La magia negra.
Conocí hace muchos años a un tipo con atuendos arañosos que solía asistir a la biblioteca, a pedir unos cuantos libros, leerlos en la sala, tomaba unas notas y se iba. Su olor a alcohol era lo que molestaba a los demás, me incluyo.
Tenía una apariencia acabada, tenía más de 80 años según mi cálculo. Varias veces atino.
Un día me entró la curiosidad por conocer qué era lo que exactamente leía aquel anciano, y me acerqué silenciosamente, al ver lo que leía comenzó nuestro diálogo:
-¿Qué lee?
-No es de tu importancia, pendejo.
-Viejo de mierda, yo atiendo este lugar y te puedo echar a patadas,¿me oíste?, ¡sólo quiero saber qué lees, por una mierda!
No me miró y siguió leyendo.
Tomé a la fuerza el libro, y era sobre espiritismo, el viejo reaccionó colérico y se avalanzó hacia mí.
-¡No te importa lo que lea!
-¿A qué mierda le temes?
-Es parte de mi trabajo, tiene que ver con este tema, pero no te incumbe , seguramente me creas un loco y me importa un carajo.
Claro que me importaba, mi tío creía en estas cosas y me contaba distintas historias paranormales, siempre fui un curioso en ese tema. Grave error.
-No sabía que tuviésemos esos libros, generalmente leo el diario y eso me basta.
-Pues no sabes una mierda entonces.
-¿Y quien te crees para darme una clase de lo que sé o no?
-Solía ser profesor de teología, también solía ser sacerdote... o un "cura", como dicen ustedes.
-¿Tú?, me estás tomando el pelo, ¿como una persona de ese tipo de trabajo, llegaría a estas condiciones?, y perdona que te lo diga así, pero estás echo un asco, viejo.
-¿En realidad quieres saber?
-Claro, paso tanto tiempo en este lugar, que un poco de historia me haría bien.
-Está bien, juntémonos a las 20:00 hrs afuera de esta biblioteca.
-Ahí estaré.
Pasé toda la tarde leyendo el libro que había pedido el viejo, salían cosas bastante jodidas, sobre demonios y portales. Me recordó mi niñez. Por lo mismo que les decía antes, las historias de mi tío aumentaban mi miedo por la oscuridad. Cuando era pequeño, veía distintas siluetas en la noche, pero no me gustaba pensar la idea de que veía cosas paranormales, pero los relatos de mi tío aumentaban esa sensación de creer en eso. Nunca le dije que veía cosas cuando pequeño, por temor a que me asustara en las noches.
Eran las 20:00 hrs y ahi estaba el anciano, no pensé que sería tan puntual, eso hablaba de que tenía ganas de charlar sobre su tema. Me gusta escuchar los relatos de la gente con problemas serios. Grave error.
Nos fuimos a una cafetería que quedaba cerca, y comenzó a contar su historia.
Era un respetado sacerdote, y hacía clases de teología en un colegio de alta clase social. Todo cambió cuando una familia de aquel colegio, solicitó su ayuda por una presunta posesión demoniaca de uno de sus hijos. Me contó que acudió de inmediato a ver al niño, ya que él no creía mucho en las posesiones y se confiaba en que fuese un caso de personalidades múltiples de un pendejo.
Para sorpresa de él, cuando entró a la habitación, un frasco de agua voló por los aires golpeándolo en la cabeza, me mostró la herida que le había quedado.
El vaso habia sido lanzado desde la ventana, yel niño se encontraba en la otra dirección, estaba acostado e inconsciente. Cuando se acercó al niño, éste despertó y comenzó a hablar en otro idioma, me dijo que era hebreo, pero que no me iba a reproducir lo que el crío dijo.
La cosa es que supo que se trataba de una posesión, y estaba dispuesto a llegar hasta las últimas consecuencias para lograr que Dios entrara en esa habitación.
Cuando me contaba todo esto, estabamos por suerte solos en la cafetería. El viejo sudaba mientras me contaba los detalles de aquel encuentro, debido a su expresión, sabía que no me estaba mintiendo.
Sus manos con cicatrices se alzaron para pedir otra taza de café.
Después sigo escribiendo, voy al baño.

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